Un desafío es, como quiera que se vea, una atrevida incitación para acometer ciertas y determinadas empresas. El ser humano es, por naturaleza, desafiante con respecto a la concepción, ordenamiento, planificación y creación de la vida social. No digamos ya en lo que respecta a su vida privada, la cual también está concebida en función de particulares retos y circunstancia. De todo esto se desprende que existen nuevos desafíos en la educación del siglo XXI.
En este orden de ideas, hay que pensar en la educación del siglo XXI como un urgente desafío, un especial reto cuyo objetivo fundamental busca comprender y adaptarse a las nuevas realidades tecnológicas, cognitivas, sociales y, por supuesto, psicológicas. Y en este escenario singular aparece la escuela y quienes las integran o la hacen posible.
Es necesario entender, desde este punto de vista, que en estos momentos ya la escuela ni sus tradicionales modelos de aprendizaje, que tienen por lo menos cien años, funciona como es debido. La sociedad 2.0, que caracteriza nuestro actual presente, ha dado lugar a lo que se conoce como la futura sociedad 3.0, la cual exige claramente “individuos creativos, emprendedores, críticos, competentes en muchos órdenes del conocimiento, autónomos, con elevada capacidad para afrontar la diversidad social”, como bien lo señala el licenciado Igancio Diorio, director del Espacio Aladelta.
Desafíos Para Una Educación Del Siglo XXI
Se trata, en suma, de individuos que se puedan adaptar cómodamente a los ambientes laborales, capaces, asimismo, de trabajar con cualquier persona, en cualquier lugar y momento. En consecuencia, no sabemos, por ejemplo, lo que podrían ser los niños de hoy proyectados en un futuro que ya nos ha alcanzado. Se supone que éstos deberán tener los recursos necesarios para adaptarse a lo que venga.
Ciertos teóricos que han meditado sobre el particular, han intuido los rumbos y caminos a través de los cuales avanzar. Se habla a menudo de la creatividad en tanto la misma genera, de manera indiscutible, obvias oportunidades para desarrollar el talento.
No obstante, pareciera que la escuela de hoy castiga esa creatividad, una opinión ciertamente polémica, pero no insensata. Parece que a los niños, después de cumplir cinco años, se les obliga a dirigir su vida ordenándoles qué deben hacer, cómo hacerlo y en qué plazos. Estos imperativos, que los padres creen muy correctos; terminan por obstruir las vías de creatividad que aquéllos poseen de manera natural.
Nuevos Escenarios Para Explorar
Desde luego que existen suficientes escenarios novedosos para explorar y desarrollar desde la escuela. Según la educadora Jannet Patti, la educación emocional debe comenzar en la educación infantil y transcurrir a lo largo de toda la vida. Esto permitiría al individuo afrontar mejor los retos de la existencia; procurando un mayor bienestar personal y social.
También, es importante reconocer lo que indica el licenciado Diorio al comentar que “las emociones poseen un alto valor adaptativo, en el sentido de que las mismas protegen al individuo de peligros y demás amenazas. Las emociones no pueden estar separadas de la cognición y de las habilidades sociales”.
Una considerable y muy respetada comunidad educativa, viene abogando por un revolucionario cambio en la manera de enseñar y de aprender. Se trata, claro está, de formar a las mujeres y hombres del futuro. Expertos en el tema y gurús de los mismos, han realizado notables aportes a partir de sus libros y conferencias. El tema ha sido abordado por escritores como José Antonio Marina, Sigmun Bauman, Alejandro Piscitelli, David Alburu, Fernando Savater, Catherine Lecuyer, entre otros.
Desafíos, Provocaciones Y Otros Retos
¿De cuáles desafíos estamos hablando? Se pueden enumerar algunos de ellos singularmente necesarios. Comencemos por considerar, de entrada, que hay que formar al ciudadano del siglo XXI. Esta nueva sociedad requiere individuos creativos, emprendedores, críticos, competentes con el mundo digital, con elevada empatía social para trabajar en ambientes laborales diversos.
Asimismo, la inclusión social, por otra parte, es un eje trascendental para la creación y establecimiento de políticas públicas, sustentadas, por supuesto, sobre la base de un desarrollo sostenible.
En este contexto, resalta el encargado del Espacio Aladelta que “se requiere un fuerte liderazgo institucional: la cultura digital lleva años instaurada en la sociedad. Las instituciones educativas no pueden permanecer ajenas a la misma; por lo que se considera esencial un liderazgo institucional anclado en la construcción de un sentimiento de comunidad sólido, unido a un uso de la cultura digital”.
El Protagonismo De La Inteligencia Colectiva
Otro punto clave es darle valor protagónico a la inteligencia colectiva, porque en una sociedad cada vez más compleja, sobrevivir en ella depende cada vez más de una inteligencia colectiva. El ser humano es social por naturaleza; por lo que ha de aprovechar las posibilidades abiertas de la sociedad digital.
La sociedad digital exige, de hecho, nuevos métodos de evaluación, es decir, aprender utilizando estas y requiere de un planteamiento metodológico distinto. Al evaluar este tipo de aprendizaje, no debemos centrar su objetivo en determinar el éxito con respecto a la adquisición de contenidos, sino en el dominio de las competencias del siglo XXI.
El Mito De Los Nativos Digitales
De lo anterior se deduce otra cuestión fundamental: hay que romper el mito de los nativos digitales, es decir, la creencia de que todos los jóvenes son nativos digitales y dominan, por tanto, todas estas tecnologías para su provecho. Un joven de 16 años puede ser perfectamente un analfabeta digital.
Por consiguiente, insistimos de nuevo en la creatividad. Existe una inminente urgencia de repensar los sistemas educativos, para evitar ahogar la creatividad. Es decir, enterrar un sistema educativo basado en el control, como se ha denunciado innumerables veces, para establecer una alternativa basada en el apoderamiento –no el empoderamiento- creativo del mismo. Si el estudiante nace siendo creativo; entonces el sistema educativo debería generar las condiciones para que pueda seguir desarrollando esa creatividad.
“Hay que darle una enorme importancia a la educación emocional. Debemos inferir que la finalidad principal de la educación, es que cada sujeto pueda alcanzar un grado óptimo de bienestar social y emocional. Por tanto, la educación emocional tiene que ocupar un lugar privilegiado en los sistemas educativos. Para esto, los programas de formación docente deben dedicar una mayor atención a tales competencias”, como bien lo resalta el psicólogo Ignacio Diorio.
Familia, Escuela Y Comunidad
Una fuerte cooperación entre familia, escuela y comunidad se considera un principio valedero en los nuevos retos de la educación del siglo XXI. La educación no es exclusiva de las instituciones educativas. Se ha demostrado, fehacientemente; que es posible aprender en cualquier lugar de la sociedad. Para ello debe existir conexión y cooperación entre familia, escuela y comunidad. La educación es una cuestión de toda la sociedad.
Otro aspecto, como ya se ha señalado, es la creación de un liderazgo sin burocracia. El liderazgo, bien entendido, en una institución educativa, debe tener como objetivo principal el mejoramiento pedagógico de los docentes; con base en un liderazgo centrado en la pedagogía y distante de la pura burocracia. Todos los miembros de la comunidad educativa deben implicarse en la consecución de estos nuevos desafíos de la educación del siglo XXI.