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19 abril, 2024 12:51am

Masa madre: qué es y cómo cuidarla

Preparar masa madre es una costumbre que, desde hace ya varios años, se viene instalando en cada vez más hogares.

Y esto no es casualidad: más allá de que los panes elaborados con este tipo de fermentos son absolutamente deliciosos, el hecho de tener que cuidar a la masa día tras día supone un incentivo extra para los fanáticos de la panadería.

Pero, ¿qué es exactamente la masa madre?

En esencia, la masa madre es un leudante natural, producto de la mezcla de harina y agua.

Al dejar reposar dicha mezcla en un frasco sellado, las levaduras y bacterias naturales de la harina se activan, obteniendo una fermentación natural que no depende de agregados químicos ni de las levaduras procesadas.

Por lo tanto, a diferencia de lo que por su nombre pueda asumirse en primera instancia, la masa madre no es en sí una masa, sino un reemplazo de la levadura.

Esto quiere decir que, a la hora de elaborar las preparaciones, se la deberá mezclar con ingredientes tradicionales como sal, aceite o azúcar para obtener los resultados deseados.

Estos fermentos pueden durar largos años, pero para eso hay que alimentarlos correctamente. Sí, leíste bien: alimentarlos.

Aunque el concepto suene impactante, no hay que olvidar que lo que se tiene entre manos es, en esencia, un conjunto de seres vivos.

Para asegurar que se mantengan con vida y trabajando a toda su capacidad, se les deben dar los cuidados correspondientes.

¿Cómo se alimenta la masa madre?

El proceso de alimentación de la masa madre es sencillo, pero delicado.

Lo tradicional es alimentarla con una proporción 1:2:2. Es decir, el doble de harina y de agua que de masa madre.

Esto implica que, para cada sesión de alimentación, se debe descartar una porción de la masa madre y alimentar a la restante.

De no hacerlo, el volúmen de la masa madre crecería exponencialmente, volviéndose imposible de manejar o de alimentar.

Pongamos un ejemplo: supongamos que tu masa, en este momento, pesa 100 gramos. Lo que tendrías que ser sería descartar, digamos, la mitad, quedándote únicamente con 50 gramos.

Esa medida es la recomendable, puesto que es sumamente maniobrable y demanda pocos recursos para alimentarla.

Con el paso del tiempo, esos 50 gramos rendirán cada vez más, activándose cada vez más rápido.

Retomando: a esos 50 gramos de masa madre tendrías que alimentarlos con exactamente el doble de agua y de harina. Es decir, 100 gramos de cada una.

Lo recomendable es usar agua templada, ni muy fría ni muy caliente, aunque eso dependerá del clima y la temperatura del lugar donde te encuentres.

Al mismo tiempo, es poco recomendable alimentar a la masa madre únicamente con harina blanca, puesto que tiene menos nutrientes que otras variedades.

A su vez, tampoco es recomendable emplear únicamente harinas más naturales como la de centeno o la integral, puesto que tienen muy poco gluten.

Lo ideal es mezclar harina blanca con alguno de esos otros tipos en iguales proporciones (50/50).

De esa forma, se le pueden dar a la masa madre todos los nutrientes que necesita para mantenerse activa, sin comprometer su consistencia, su capacidad de leudado o sus niveles de acidez.

¿Alguna vez probaste un producto elaborado con masa madre? ¿Qué te pareció? Dejanos un comentario contándonos tu experiencia con este tipo de fermentaciones.

Para conocer más sobre otros buenos hábitos de alimentación, te compartimos algunas ideas para una picada saludable.

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