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19 marzo, 2024 5:16am

La Monja, una película que maneja perfectamente el entorno familiar

Se espera otra saga de la famosa película de terror La Monja, aunque aún no hay declaraciones oficiales

El universo de Expediente Warren sigue ampliándose con su segundo spin-off que, igual que ocurría en las dos entregas de Annabelle (especialmente la segunda), ahonda en el origen de uno de los entes diabólicos protagonistas de la saga, la monja vista en El caso Enfield.

Esta nueva película nos sitúa en la Rumanía de los años 50, en una vieja abadía habitada por monjas de clausura, a la que el Vaticano envía a un cura y una novicia para investigar el aparente suicidio de una de las monjas. Una premisa interesante que pronto veremos que no esconde más de lo que muestra la película en su arranque.

Que decí la historia

Una vez que la pareja protagonista llega a la abadía la película funciona más como una casa del terror que como una historia. Un escenario imponente y la habilidad de Corin Hardy con los susteques hacen que la cosa no decaiga demasiado durante parte de la película, pero llega un punto en que no hay más donde rascar.

Las escenas de tensión, en general bien resueltas, acaban convirtiéndose en rutinarias por basarse en la misma clase de juego: personaje entra en escenario/pasillo siniestro, mira a un lado, la cámara sigue su mirada sin que veamos nada, la cámara vuelve al personaje y ¡CHAN CHAN CHAN!. Es una mecánica que James Wan ha utilizado mucho, pero Wan suele tener un guión mucho más rico, un entorno familiar, personajes entrañables y, en definitiva, algo que contar más allá del duelo con el bicho de turno. Sin eso y sin una mínima imaginación en el desarrollo de la película, el truco resulta demasiado evidente y reiterativo.

Los personajes

El personaje de Taissa Farmiga es quizás el más agradecido y el único que ayuda a no abandonar del todo. Es el único que muestra matices y una cierta inocencia, en un conjunto donde, aparte del traumatizado padre Burke (Demian Bichir) y el apuesto y canallita Franchute (juro que se llama así), sólo encontramos personajes con mucho yuyu dentro.

Con lo interesante que podría haber sido aprovechar las dinámicas de un convento de clausura, tanto en sus rutinas como en sus relaciones de poder, como ya se vio en la curiosa Novitiate, nadie se plantea siquiera explorarlas un poquito. Los responsables comenten la misma torpeza que Annabelle: Creación supo corregir respecto a su predecesora dando importancia al contexto y la particularidad del entorno familiar de turno. Una oportunidad perdida en pos de la fórmula pura y dura.

Más interesante que la primera Annabelle por el escenario en que transcurre todo (lo más estimulante de la película) pero, sin duda, una película menor y decepcionante dentro de la saga.

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